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24 de fevereiro de 2017

Reunião à porta fechada

Ainda nada transpirou da reunião entre Merkel e Lagard ontem  23 /2 em Berlim sobre a dívida Grega .
A reunião foi à porta fechada e sem conferência de imprensa ! Aguardemos .

" El enésimo capítulo de la crisis griega se cierne sobre la reunión que celebran hoy en Berlín la canciller alemana, Angela Merkel, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde.
Ambas buscan acercar posturas en torno a la participación del FMI en el tercer rescate a Grecia, algo a lo que se resiste la institución multilateral por los riesgos financieros que entrevé -al entender que Atenas es incapaz de devolver lo que adeuda- pese a la presión alemana, porque para Berlín es un requisito imprescindible.
La reunión, a puerta cerrada y sin comparecencias, es "confidencial", explicó el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert, que no quiso detallar ni la agenda ni en el horario del encuentro, y sólo indicó que se enmarca dentro de los "contactos regulares" que Merkel y Lagarde mantienen.

Además, está previsto que Merkel celebre otra reunión justo después, también en Cancillería, con el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, y en la que es más que probable que la cuestión helena también esté sobre la mesa.
La postura del Gobierno alemán es clara y conocida desde hace meses: cree que la participación del FMI es imprescindible tanto a nivel técnico como financiero y, además, para conseguir el respaldo al tercer rescate en el Bundestag (cámara baja), aseguró que la institución participaría.
Pero el FMI lleva desde antes de que se aprobase el tercer rescate advirtiendo de que la deuda helena, que supera el 160 % de su producto interior bruto (PIB), es insostenible y que sólo participará en una nueva línea financiera para Atenas si ésta se acompaña de una quita.
La palabra quita es tóxica para Berlín porque implicaría pérdidas para sus arcas públicas -Alemania es el mayor acreedor- y por el precedente que sentaría en la eurozona.
Pero además, porque en septiembre hay elecciones generales en Alemania, y Merkel no quiere que la crisis griega se convierta de nuevo en tema de campaña, algo con que podrían atacarle tanto los partidos de izquierdas como los euroescépticos de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
El desencuentro entre Alemania y el FMI es evidente casi desde que se acordó el tercer rescate a Grecia, de hasta 86.000 millones de euros, pero se ha agudizado y evidenciado en las últimas semanas, conforme aumenta la presión para que Atenas obtenga un nuevo tramo de ayudas para hacer frente a sus obligaciones.
No obstante, la última reunión del Eurogrupo, celebrada esta semana, dejó entrever -tras un año sin avances- un cierto acercamiento de posturas.
En el encuentro se acordó que los inspectores de las instituciones -FMI, la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE)- pudieran volver a Atenas, así como la puesta en marcha de más reformas en el sistema tributario, en las pensiones y en el mercado laboral.

Además, lo que es más sutil pero quizá clave, acordaron dar más importancia en el futuro a la introducción de reformas estructurales que al estricto cumplimiento de los objetivos fiscales, lo que se entiende como una ligera cesión por parte del Gobierno alemán para satisfacer al FMI.

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